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Novedades Consejo de Derechos Humanos
11 mayo 2023
El Consejo de Derechos Humanos inauguró esta mañana una sesión especial relativa a la repercusión del actual conflicto de Sudán sobre la situación de derechos humanos. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos hizo uso de la palabra y condenó enérgicamente la violencia deliberada desatada en el país y el hecho de que ambas partes hayan violado las normas del derecho internacional humanitario.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, expresó su más enérgica condena de esta violencia, en la que ambas partes en conflicto han vulnerado el derecho internacional humanitario, en particular los principios de distinción, proporcionalidad y precaución. El ejército sudanés ha lanzado ataques contra zonas civiles densamente pobladas, incluso mediante bombardeos aéreos. Estas agresiones han causado enormes daños y han destruido los derechos y la esperanza de millones de personas. Es fundamental que ambas partes se comprometan urgentemente a un proceso político y a una paz negociada.
El Sr. Türk declaró que desde el 15 de abril al menos 487 civiles habían sido asesinados, en particular en Jartum, El Geneina, Nyala y El Obeid; aunque la cifra final ha sido mucho mayor. Más de 154.000 personas han huido de Sudán y se calcula que unas 700.000 más han quedado desplazadas en el interior del país. Quienes han permanecido en zonas afectadas por el conflicto han corrido riesgos graves y permanentes. En Jartum, los choques entre dos fuerzas armadas, los disparos de mortero y los ataques aéreos se han producido en zonas residenciales densamente pobladas y millones de personas pasan ahora grandes penalidades para conseguir alimentos, combustible y dinero. En zonas de Darfur, el Nilo Azul y Kordofan la violencia entre los grupos armados ha desencadenado choques entre las distintas etnias.
Las negociaciones que se desarrollan ahora en Jedda, centradas en establecer un alto el fuego, tendrían que complementarse con compromisos para establecer una tregua humanitaria, que permita las entregas de ayuda de urgencia y proteja de los saqueos a los suministros humanitarios. También es esencial que las conversaciones se amplíen para tratar sobre el respeto del derecho internacional humanitario, la protección de civiles y cómo poner fin a las violaciones de derechos humanos.
El Sr. Tûrk dijo que el Consejo de Derechos Humanos había convocado esa sesión especial para expresar su grave preocupación por los derechos y las vidas de la población sudanesa. El Alto Comisionado instó a todos los Estados capaces de influir en la región a que alentaran por todos los medios posibles la resolución de la crisis.
La Sra. Tlaleng Mofokeng, Presidenta del Comité de Coordinación de los Procedimientos Especiales, afirmó que los civiles inocentes habían sufrido las graves consecuencias del conflicto, habían padecido inmensas dificultades y habían estado expuestos a grandes riesgos en materia de seguridad. La situación seguía siendo muy perturbadora y exigía atención y acción urgente. Desde el comienzo de las hostilidades, se había perdido un número alarmante de vidas. El colapso de las infraestructuras básicas y la desintegración de servicios esenciales, entre otros los hospitales, habían redoblado el sufrimiento de la población. La urgencia de la situación exigía un alto al fuego inmediato y prolongado, y el rápido inicio de negociaciones políticas orientadas a la creación de un gobierno civil. Las partes en conflicto deben cesar sin dilación todas las hostilidades.
Al término de su intervención, la Sra. Mofokeng dijo que es preciso iniciar de inmediato investigaciones independientes e imparciales acerca de la pérdida de vidas de civiles, los daños padecidos por las personas y los casos de malos tratos y otras graves vulneraciones de derechos humanos infligidas al personal humanitario, los trabajadores sanitarios, los defensores de derechos humanos y los periodistas, así como los ataques contra infraestructuras civiles.
Hassan Hamid Hassan, Representante Permanente de Sudán ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, declaró que lo que estaba ocurriendo era un asunto interno y que lo que las Fuerzas Armadas Sudanesas hacían era cumplir con las obligaciones constitucionales de cualquier ejército del mundo. La posición de Sudán en esta sesión especial se basaba en lo siguiente: aunque reiteraban la absoluta prioridad del gobierno en la promoción y protección de los derechos humanos, en las actuales circunstancias, ante los choques militares y el número de víctimas las autoridades tenían una prioridad: lograr un alto al fuego y salvar vidas, según lo estipulado en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
El Sr. Hassan afirmó que se habían iniciado esfuerzos regionales para lograr un alto al fuego y una tregua, entre otros las negociaciones en Jedda por iniciativa de Arabia Saudita y Estados Unidos, así como una iniciativa coordinada por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo. Esta última era coherente con el principio de hallar soluciones africanas para los problemas africanos. El Sudán quería disponer de más tiempo para impulsar estos esfuerzos regionales, sin anularlos ni afectarlos negativamente. Al respecto, el Sr. Hassan preguntó por qué, si la situación de Sudán estaba bajo examen en el Consejo de Seguridad y volvería a examinarse en el CDH en junio, el CDH se precipitaba ahora a convocar esta sesión especial, sobre todo sin el apoyo de ningún país árabe o africano.
En el debate, algunos oradores instaron a las partes a que silenciaran de inmediato las armas, cumplieran con los esfuerzos en pro de un cese al fuego y evitaran los ataques contra infraestructuras civiles. Es preciso respetar las normas del derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos. Es preciso garantizar el acceso humanitario rápido y seguro, y debe garantizarse la seguridad del personal humanitario, médico y diplomático. La comunidad internacional debería alentar el diálogo y el consenso entre todos los interesados y reforzar la estabilidad durante la etapa de transición. Es menester que se garantice el pleno respeto de la integridad territorial, la independencia y la identidad política de Sudán. Este país tiene el derecho de que sus puntos de vista sean tenidos en cuenta por el Consejo, antes de que se establezca otro Procedimiento Especial o se amplíen los ya existentes.
Algunos oradores dijeron que la resolución debería ser equilibrada y consensuada, y que debía servir a los intereses del pueblo de Sudán. Varios ponentes manifestaron su desacuerdo con la celebración de esta sesión especial, señalando que, sin la colaboración de los países interesados, la reunión no podría generar resultados positivos. La urgencia de la situación humanitaria en un país no debería ser motivo para que el Consejo se abstenga de dialogar con el país en cuestión, ya que esta medida solo serviría para reducir la eficacia de los mecanismos propuestos y además vulneraría el espíritu de consenso del órgano en su conjunto, centrado siempre en el respeto de los derechos humanos, el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. El Consejo de Derechos Humanos debería evitar la politización de los derechos humanos.
Entre los oradores que intervinieron en el debate figuraron el Reino Unido, Líbano en nombre de los Estados Árabes, Suecia en nombre de la Unión Europea, Finlandia en nombre de los Estados Nórdicos y del Báltico, Omán en nombre del Consejo de Cooperación del Golfo, Alemania, Ucrania, Paraguay, Argentina, Camerún, Marruecos, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Malasia, República Checa, China, Pakistán, Chile, México, India, Senegal, Viet Nam, Costa Rica, Luxemburgo, Sudáfrica, Kirguistán, Qatar, Eritrea, Côte d’Ivoire en nombre del Grupo Africano, Liechtenstein, Australia, Japón, República de Corea, Mónaco, Bulgaria, la Santa Sede, Indonesia, Países Bajos, Brasil, Perú, Suiza, Uruguay, Croacia, Venezuela, Malta, Chipre, Etiopía, Irlanda, Italia, Israel, Nueva Zelanda, Egipto, Eslovenia, Iraq, Zimbabwe, Arabia Saudita, Irán, la Federación de Rusia, Chad, Níger, Nigeria, Turquía, Austria, Canadá, Mauritania, Sudán del Sur, Tanzania, Túnez, Uganda y Guinea Ecuatorial.
También participaron en el debate delegados de las siguientes organizaciones: Proyecto de defensores de derechos humanos de África oriental y el Cuerno de África, Federación internacional de ligas de defensores de derechos humanos, Human Rights Watch, la Organización mundial contra la tortura, Christian Solidarity Worldwide, Front line – Fundación internacional para la protección de los defensores de derechos humanos, Organización internacional para la eliminación de todas las formas de discriminación racial, Amnistía Internacional, Asociación Ma’onah para los derechos humanos y la inmigración, Centro Meezaan para los derechos humanos, Rencontre Africaine pour la défense des droits de l'homme, Broad National Movement Limited, Interfaith International, Instituto para los derechos humanos, Instituto para la libertad y la seguridad de los periodistas, y Centro africano para estudios sobre la democracia y los derechos humanos.
El Consejo reanudará sus trabajos a las 15:00 horas de hoy para aprobar el proyecto de resolución y clausurar su 36ª sesión especial.
Discursos principales
VOLKER TÜRK: El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos dijo que hace cuatro años el pueblo de Sudán había encendido un faro de esperanza para millones de personas en el mundo entero. El 11 de abril de 2019, las protestas populares pusieron fin a décadas de tiranía y violaciones de derechos humanos, al derrocar la dictadura de Omar al-Bashir. Los jóvenes y las mujeres estuvieron en la vanguardia de este movimiento, que exigía buena gobernanza y un nuevo contrato social entre el Estado y el pueblo, basado en la democracia, la libertad, la justicia y un reparto equitativo del desarrollo. Este movimiento inspirador fue seguido de importantes reformas.
Pero la tan anhelada transición a la democracia y el gobierno civil fue aplastada una vez más en octubre de 2021, cuando los generales al-Burhan y Dagalo protagonizaron un golpe de Estado conjunto. El mes pasado, estalló una lucha entre las fuerzas encabezadas por ambos militares, que sumió al país en la catástrofe.
Desde el 15 de abril al menos 487 civiles habían sido asesinados, en particular en Jartum, El Geneina, Nyala y El Obeid; aunque la cifra final ha sido mucho mayor. Más de 154.000 personas han huido de Sudán y se calcula que unas 700.000 más han quedado desplazadas en el interior del país. Quienes han permanecido en zonas afectadas por el conflicto han corrido riesgos graves y permanentes. En Jartum, los choques entre las dos fuerzas armadas, los disparos de mortero y los ataques aéreos se han producido en zonas densamente pobladas y millones de personas pasan ahora grandes penalidades para consguir alimentos, combustible y dinero.
En zonas de Darfur, el Nilo Azul y Kordofan la violencia entre los grupos armados ha desencadenado choques entre las distintas etnias. En Darfour Occidental, al menos 100 personas resultaron muertas y miles terminaron desplazadas por la violencia intercomunitaria, protagonizada por los autotitulados grupos “Árabe” y Masalit, aliados con las Fuerzas de Intervención Rápida y las Fuerzas Armadas Sudanesas, respectivamente.
El sistema sanitario del país ha sido gravemente dañado; se han producido ataques contra unas 17 instalaciones hospitalarias y muchas otras han sido ocupadas por los militares. Años de esfuerzos encaminados al desarrollo han sido borrados por los daños causados a las infraestructuras que proporcionan acceso al agua, la electricidad y las comunicaciones. El saqueo generalizado de las oficinas de las Naciones Unidas y las organizaciones internacionales no gubernamentales, así como de instalaciones privadas, ha obstaculizado las operaciones de ayuda humanitaria que sostiene la vida y la salud de millones de personas. Según los cálculos del Programa Mundial de Alimentos, si el conflicto continúa, unos 2,5 millones de personas podrían caer en la inseguridad alimentaria en un plazo de entre tres y seis meses, lo que aumentaría a un total de 19 millones el número de seres humanos en esa situación, es decir, más de la mitad de la población del país.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos condenó enérgicamente la violencia deliberada desatada en Sudán y el hecho de que ambas partes hayan violado las normas del derecho internacional humanitario, en particular los principios de distinción, proporcionalidad y precaución. El ejército sudanés ha lanzado ataques contra zonas civiles densamente pobladas, incluso mediante bombardeos aéreos. Estas agresiones han causado enormes daños y han destruido los derechos y la esperanza de millones de personas. Es fundamental que ambas partes se comprometan urgentemente a un proceso político y a una paz negociada.
Las negociaciones que se desarrollan ahora en Jedda, centradas en establecer un alto al fuego, tendrían que complementarse con compromisos para implantar una tregua humanitaria, que permita las entregas de ayuda de urgencia, garantice el tránsito seguro de la población civil que desee abandonar las zonas donde se desarrollan las hostilidades y proteja de los saqueos a los suministros humanitarios. También es esencial que las conversaciones se amplíen para tratar sobre el respeto del derecho internacional humanitario, la protección de civiles y cómo poner fin a las violaciones de derechos humanos. Si alguna lección puede extraerse de esta trágica crisis es la urgente necesidad de que todos los acuerdos de transición se basen en sólidos compromisos de rendición de cuentas, no discriminación y participación ciudadana, de modo que la paz pueda asentarse sobre bases estables y sostenibles, porque entonces sería una paz justa.
El Consejo de Derechos Humanos convocó esta sesión especial para expresar su grave preocupación por los derechos y las vidas de la población sudanesa. El CDH instó a todos los Estados capaces de influir en la región a que alienten por todos los medios posibles la resolución de la crisis.
TLALENG MOFOKENG: La Presidenta del Comité de Coordinación de los Procedimientos Especiales afirmó que la crisis de Sudán se ha prolongado ya más de tres semanas. En este período, los civiles inocentes habían sufrido las graves consecuencias del conflicto, habían padecido inmensas dificultades y seguían expuestos a grandes riesgos en materia de seguridad. La situación sigue siendo muy perturbadora y exige atención y acción urgente.
Desde el comienzo de las hostilidades, se ha perdido un número alarmante de vidas. Las terribles consecuencias de la crisis han empujado a miles de personas a buscar refugio, mientras que otros miles han sido desplazados de sus hogares por la fuerza. Según los informes recibidos, los civiles que buscan protección han sido sometidos a graves vulneraciones de derechos humanos, entre otras a violaciones, violencia de género y sexual, saqueos y graves carencias de artículos de primera necesidad, tales como los alimentos, el agua, la atención médica, los cuidados reproductivos, el combustible y otros suministros.
El colapso de las infraestructuras y la desintegración de los servicios básicos, entre otros los hospitales, ha multiplicado el sufrimiento de la población. La capacidad de monitorear y documentar la situación sobre el terreno se ha visto muy obstaculizada debido a las agresiones contra los periodistas y la intimidación y las amenzas que padecen los defensores de derechos humanos. Como consecuencia de esta situación se ha producido un bloqueo informativo.
La Sra. Mofokeng afirmó que antes de la crisis Sudán ya tenía 3,7 millones de desplazados internos.
Pero, debido a la crisis actual, la Organización Internacional para las Migraciones calcula que otras 700.000 personas han sido desplazados dentro del país y, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 123.000 refugiados han huido a países vecinos. Por desgracia, la distribución de la indispensable ayuda alimentaria, el uso de las infraestructuras esenciales y los servicios de emergencia han estado sujetos a ataques deliberados e indiscriminados, lo que plantea graves amenazas al personal humanitario, comprendidos los trabajadores sanitarios locales, y estorba sus esfuerzos.
A pesar del abnegado esfuerzo de las organizaciones humanitarias para ampliar sus operaciones, la persistencia del conflicto ha estorbado gravemente el acceso a los artículos de primera necesidad, incluso los alimentos y otras provisiones. Las organizaciones humanitarias realizaron ímprobos esfuerzos para multiplicar sus servicios, como lo demuestra la reanudación de la distribución de alimentos en el este del país y las respuestas que se llevan a cabo en otras zonas.
Medidas urgentes y decisivas fueron indispensables para abordar la crisis humanitaria, proteger los derechos y el bienestar de los más vulnerables y rehabilitar la estructura y los servicios básicos. La perentoria situación exigía un alto al fuego inmediato y prolongado, seguido rápidamente del inicio de negociaciones políticas orientadas a propiciar la instauración de un gobierno civil. Las partes en conflicto deben suspender sin dilación todas las hostilidades y cumplir con sus responsabilidades en virtud del derecho internacional, velando por la seguridad de los civiles y las infraestructuras de uso civil, tales como las escuelas y los hospitales. Ha sido decisivo para ellos que se hayan comprometido públicamente a salvaguardar al personal, las instalaciones y los recursos humanitarios, para garantizar el acceso irrestricto a la ayuda y la asistencia humanitaria, habida cuenta de la creciente necesidad de apoyo de emergencia.
Para terminar, la Sra. Mofokeng dijo que es preciso iniciar de inmediato investigaciones independientes e imparciales sobre la pérdida de vidas civiles, las heridas recibidas por las personas y los casos de malos tratos y otras violaciones flagrantes de derechos humanos infligidas al personal humanitario, los trabajadores de la salud, los defensores de derechos humanos y los periodistas, así como frenar de inmediato los ataques contra las infraestructuras civiles.
Declaración del país interesado
HASSAN HAMID HASSAN: El Representante Permanente de Sudán ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra expresó su pésame por todas las personas que han fallecido como resultado de la confrontación militar ocurrida en Sudán tras la rebelión de las Fuerzas de Apoyo Rápido el 15 de abril y deseó la recuperación de todos los heridos. La incorporación de las Fuerzas de Apoyo Rápido en el ejército nacional -las Fuerzas Armadas de Sudán- fue uno de los principales desafíos del periodo de transición, en particular tras la firma del acuerdo de paz de Juba, el 3 de octubre de 2020, y la integración de los grupos armados en el ejército, según el principio de ejército nacional único. Por desgracia la cuestión de la integración se aplazó en múltiples ocasiones hasta que el asunto estalló el 15 de abril, cuando la capital, Jartum, fue testigo de un ataque militar en todos los frentes perpetrado por las fuerzas rebeldes contra las instalaciones estratégicas de la ciudad. Lo ocurrido fue un asunto interno. Lo que las Fuerzas Armadas Sudanesas hicieron fue cumplir con el deber constitucional de cualquier ejército del mundo.
El Representante Permanente de Sudán agradeció al Consejo su interés y su labor de seguimiento.
Pero insistió en que la posición de su país en esta sesión especial se basaba en lo siguiente: al tiempo que reiteraba la absoluta prioridad que su gobierno concede a la promoción y protección de los derechos humanos en la difícil circunstancia actual, con choques militares y víctimas de la lucha, Sudán mantiene su prioridad, a saber: acordar un alto al fuego y salvar vidas, según lo estipulado en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
El Sr. Hassan añadió que se habían iniciado esfuerzos regionales para lograr un alto al fuego y una tregua, entre otros las negociaciones en Jedda por iniciativa de Arabia Saudita y Estados Unidos, así como una iniciativa coordinada por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo. Esta última era coherente con el principio de hallar soluciones africanas para los problemas africanos. Sudán quería disponer de más tiempo para impulsar estos esfuerzos regionales, sin anularlos ni afectarlos negativamente.
Al respecto, el Sr. Hassan señaló que la situación de Sudán estaba bajo examen en el Consejo de Seguridad, que es el órgano encargado de velar por la paz y la seguridad, y volvería a examinarse en el CDH en junio. Y se preguntó por qué razón el CDH se precipitaba ahora a convocar esta sesión especial, sobre todo sin el apoyo de ningún país árabe o africano. La protección y promoción de los derechos humanos -declaró- siempre ha sido una prioridad del gobierno sudanés.
Debate
A continuación, varios oradores hicieron uso de la palabra, y afirmaron, entre otras cosas, que los efectos del conflicto pueden tener una amplia repercusión en la región. Señalaron que hay una ruta alternativa a la guerra: la vía política es esencial y muy importante. La comunidad internacional debe hacer cuanto esté a su alcance para ayudar a que Sudán vuelva al sendero de la paz. Es preciso poner fin al ciclo de la impunidad. El fomento del diálogo y los mensajes de reconciliación entre las partes, así como el refuerzo de la estabilidad durante el periodo de transición son también medidas de vital importancia. Debe haber pleno respeto hacia la integridad territorial, la independencia y la identidad política de Sudán. Este país tiene derecho a que el Consejo tome en cuenta sus puntos de vista, antes de que se establezca un nuevo Procedimiento Especial o se prorroguen los ya existentes.
Todos coincidieron en la necesidad de que las armas callen de inmediato y que las partes acepten un cese al fuego. Todos deberían evitar los ataques contra la infraestructura civil. Es preciso que se respete el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, y además debe garantizarse la seguridad del personal humanitario, médico y diplomático. La lucha debe cesar para dar espacio al diálogo y la mediación, y para facilitar el retorno a las vías democráticas.
Los agentes externos deben abstenerse de azuzar el conflicto. Los informes sobre graves vulneraciones de derechos humanos van en aumento y la repercusión de los combates sobre las mujeres, los niños y las personas más vulnerables es considerable.
Las naciones vecinas han contribuido a salvar vidas, al acoger a cientos de miles de refugiados que han abandonado el país. Mientras más dure el conflicto, mayores serán las repercusiones sobre la población, en particular sobre los niños. El acceso a programas esenciales para salvar vidas, como los de vacunación y servicios médicos, está en peligro. Es preciso garantizar y facilitar el suministro de ayuda humanitaria. Las normas del derecho internacional humanitario han sido transgredidas en numerosas ocasiones. Los derechos humanos también siguen vigentes en periodos de conflicto y es preciso respetar las normas del derecho internacional humanitario. La comunidad internacional expresó con firmeza su apoyo al pueblo de Sudán y a su lucha por la paz y la justicia. La paz se necesita con urgencia, pero la paz duradera y el respeto de los derechos humanos deben marchar de consuno.
Algunos oradores dijeron que era indispensable reforzar el mandato del experto designado y de la Oficina del ACNUDH. Las negociaciones de Jedda son fundamentales. Es importante garantizar la integridad territorial de Sudán: la comunidad internacional debe estimular el diálogo y el consenso entre todos los interesados y reforzar la estabilidad del país durante el periodo de transición. Todos deberían respetar la identidad política, la estabilidad, la independencia y la integridad territorial de Sudán. La estabilidad del país es esencial para la estabilidad y la seguridad de la región. Se insistió en la importancia de que las instituciones sudanesas se comprometan con la comunidad internacional y, en particular, que participen en la labor del Consejo de Derechos Humanos.
Todas las partes deben respetar inmediatamente el alto al fuego y proteger a la población y las infraestructuras civiles. Las necesidades humanitarias en Sudán han alcanzado niveles extraordinarios. Muchos oradores deploraron el inmenso sufrimiento de la población. Es preciso crear corredores de seguridad, por aire, mar y tierra, para evacuar a las víctimas del conflicto y al personal diplomático. Además, debe ponerse fin al saqueo generalizado.
La resolución es un llamamiento en favor de la paz y los derechos humanos: todos deberían votar positivamente, en razón de la deuda que la comunidad internacional ha contraído con el pueblo de Sudán. Sin embargo, la resolución debe ser equilibrada y consensuada, y debe funcionar en interés del pueblo sudanés. Existía una necesidad clara y urgente de que el Consejo de Derechos Humanos respondiera a la situación: mientras más se prolongue el conflicto, más derechos humanos serán vulnerados y más difícil será alcanzar una solución pacífica y duradera. Todos los Estados Miembros deberían apoyar al pueblo sudanés y respaldar la unidad de la comunidad internacional. Es preciso que se respete el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
La Oficina del ACNUDH debería hacer hincapié en la tarea de reforzar el Estado de Derecho y promover la democracia: la reanudación de la crisis demuestra que había un déficit democrático. Los derechos fundamentales del pueblo de Sudán han sido vulnerados por mucho más tiempo del que dura la crisis actual. Es preciso establecer las condiciones necesarias para la vuelta al diálogo y la cooperación. Todo ataque contra los trabajadores humanitarios o sanitarios es totalmente inaceptable.
Las Fuerzas Armadas Sudanesas no deben tomar parte en la lucha. Los responsables de abusos deben rendir cuentas ante la justicia para así poner fin al ciclo de la violencia.
Uno de los oradores preguntó qué debería hacerse para amparar a los civiles y reforzar la protección de los más vulnerables. Un conflicto prolongado solo aumentaría el sufrimiento en todo el país: un diálogo integrador es la única vía para restaurar la paz y garantizar la viabilidad del cese al fuego y los esfuerzos orientados a hallar una solución de la crisis actual. La lucha en curso está agravada por niveles cada vez más altos de violencia sexual y de género. La democracia es el único camino para alcanzar la paz y la justicia para todos los sudaneses. El Sudán sabrá recuperar la vía del desarrollo nacional y crear un contexto propicio para el diálogo interno y externo que permita solucionar el problema.
Todas las partes en conflicto deberían solventar sus diferencias en materia de derechos humanos mediante el diálogo constructivo y la cooperación, dijo un orador, que expresó su desacuerdo con la celebración de la sesión especial y señaló que, sin la colaboración del país interesado, esta no podría arrojar resultados positivos. La convocatoria de una sesión especial y sus resultados en un asunto que era de la competencia del Consejo de Seguridad no contribuiría a mejorar la situación. La urgencia de la situación humanitaria en un país no debería ser motivo para que el Consejo abandone el diálogo con el país interesado, ya que eso solo reduciría la eficacia de los mecanismos propuestos y socavaría el espíritu de consenso del órgano en su conjunto, que tiene como referencia el respeto de los derechos humanos, el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. El Consejo de Derechos Humanos debe evitar la politización de los derechos humanos.