Skip to main content

Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Atravesar con éxito nuestros retos globales a través de los derechos humanos

05 julio 2024

Pronunciado por

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk

En

Celebración del 50º aniversario de la Declaración de derechos de los ciudadanos y principios fundamentales del orden constitucional de San Marino

Lugar

San Marino

Discurso en italiano.

Pronunciado en italiano.  Capitanes Regentes,

Distinguidos parlamentarios y parlamentarias,

Mi agradecimiento a los Capitanes Regentes por esta invitación.

Es un gran honor estar aquí con ustedes en esta ocasión tan especial.

La Declaración de derechos de los ciudadanos constituye el fundamento del orden constitucional sanmarinense.

Un pacto solemne entre la ciudadanía y el gobierno, que garantiza el uso responsable del poder y las libertades esenciales para todos y todas.

Un pacto firmemente basado en los principios del derecho internacional, incluidos los derechos humanos.

El reconocimiento de la precedencia de los tratados internacionales de derechos humanos sobre la legislación nacional.

Los fundamentos sólidos de su orden constitucional han sido fundamentales para que San Marino haya prosperado en los últimos 50 años.

Del mismo modo, para la comunidad internacional, el respeto de los principios fundamentales del derecho internacional es absolutamente esencial.

Esta es una verdad que muchos parecen estar olvidando de forma peligrosa.

En la actualidad, 59 conflictos asolan el mundo, incluida Europa. Las normas básicas de conducción de las hostilidades parecen ignorarse cada vez más.

Asimismo, asistimos a una polarización profundamente corrosiva dentro de los países y entre ellos, al aumento de las desigualdades, a la reducción del espacio cívico, a los retos que plantean las nuevas tecnologías y la amenaza global de la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.

En lugar de unirnos para abordar estos retos mundiales, el nuevo paradigma parece ser la escalada de violencia, las disputas geopolíticas y los intentos de paz escasos o débiles.  También me preocupa mucho el aumento del discurso de odio, la deshumanización del "otro", la búsqueda de chivos expiatorios, la pérdida de complejidad y matices, y el establecimiento de líneas divisorias en cuestiones de migración, clima, género u orientación sexual. Se está reduciendo el espacio político para acordar enfoques eficaces y coordinados y, sobre todo, soluciones.

Debemos encontrar con urgencia la determinación de volver a los principios básicos del orden internacional.

Esto exige una acción revitalizada sobre todos los derechos humanos en todas partes.

El año pasado celebramos el 75º aniversario de la histórica Declaración Universal de Derechos Humanos. La fuente de nuestro rico marco del derecho internacional de derechos humanos.

La visión audaz y necesaria de la Declaración Universal de Derechos Humanos ha impulsado muchos avances notables en los últimos 70 años, y mantiene hoy su relevancia.

Este mensaje se transmitió con rotundidad durante nuestra iniciativa Derechos Humanos 75.

Más de 140 Estados se comprometieron a adoptar medidas concretas y transformadoras en materia de derechos humanos, como San Marino.

¿Por qué?

Porque, incluso —o sobre todo— en tiempos de discordia y desorden, los derechos humanos siguen siendo nuestro patrimonio común.

Principios fundamentales que forman el tejido conector de una gobernanza eficaz a escala nacional y del multilateralismo, al mismo tiempo que atraviesan todos los ámbitos políticos y están "preparados para el futuro".

Los derechos humanos nos proporcionan una hoja de ruta para encontrar soluciones eficaces y fundamentadas a algunos de nuestros mayores retos. Avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la protección de nuestro medio ambiente, en el fin de la violencia y en el aprovechamiento responsable del potencial extraordinario de la era digital.

Soluciones que funcionan precisamente porque sitúan al ser humano —en toda nuestra maravillosa diversidad— en el centro de las políticas y las medidas.

Soluciones que permiten a los Estados superar la contienda ideológica y los escollos del transaccionalismo a corto plazo para llegar a un mayor entendimiento mutuo, al mismo tiempo que se eliminan los obstáculos a la colaboración.

Con respecto a los conflictos, por ejemplo, sabemos que un enfoque de restablecimiento y consolidación de la paz basado en los derechos refuerza las posibilidades de acabar con una violencia aparentemente insoluble.

En Colombia, por ejemplo, la participación de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en las negociaciones de paz garantizó que las voces de las víctimas, incluidas las mujeres, se incluyeran de forma significativa en la conformación del Acuerdo de 2016.

Esto reforzó la legitimidad del acuerdo, así como su capacidad para abordar problemas de derechos humanos de larga data en torno a la discriminación y la violencia contra las mujeres, los pueblos indígenas y los afrodescendientes. Cuestiones que no pueden ignorarse si se pretende que el país siga avanzando.

En Colombia, Nepal y muchos otros países, los principios de derechos humanos también están proporcionando una hoja de ruta clara para los procesos de justicia transicional.

Procesos que resultan fundamentales para un ajuste de cuentas con el pasado que pueda apoyar la recuperación, la reconciliación y la reconstrucción.

Colegas, amigos y amigas,

He constatado una y otra vez la urgencia de la emergencia climática en mis conversaciones con numerosas comunidades que ya sufren sus efectos severos, a medida que los fenómenos meteorológicos extremos se convierten en algo habitual y traen consigo destrucción, desplazamientos y muerte. La crisis climática se trata de una crisis de derechos humanos. Así de sencillo.

Para hacer frente a este desafío existencial, no solo necesitamos medidas para detener y revertir el cambio climático. También necesitamos un cambio fundamental en nuestras economías de forma que prioricemos e invirtamos mejor en las personas y en el planeta. Mi Oficina ha desarrollado un modelo de "economía de los derechos humanos" para apoyar ese cambio. En él se explica cómo todas las políticas económicas pueden y deben guiarse por la necesidad de defender los derechos humanos. Todos los derechos humanos, desde el derecho a la vida hasta el derecho a la educación, a la alimentación, a la libertad de expresión y a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.

Permitiendo que las obligaciones en materia de derechos humanos guíen las decisiones sobre dónde y cómo priorizar el gasto, una economía basada en los derechos humanos proporcionaría los límites necesarios para atajar las prácticas de consumo y producción insostenibles.

Garantizando recursos suficientes en los presupuestos nacionales para la acción climática y una mayor responsabilidad por parte de los Estados más ricos con los fondos mundiales.

Exigiendo el fin de las subvenciones nocivas a los combustibles fósiles.

Y resaltando la inclusión de una gran variedad de voces en la configuración de la política climática, en particular las de los más afectados por los daños medioambientales, una diversidad que aporta la amplitud de conocimientos y experiencia necesaria para unas políticas eficaces.

Pese a la magnitud de las tareas que tenemos ante nosotros, me reconforta sobremanera la incorporación del derecho a un medio ambiente saludable en la legislación nacional de más del 80 % de los Estados Miembros de las Naciones Unidas.

Un derecho que, como muchos de ustedes sabrán, fue reconocido por la Asamblea General en 2022, y confirmó lo que ya era evidente.

Quiero destacar también que la Declaración que celebramos hoy exige a la República que salvaguarde el entorno natural.

También me alienta la oleada notable de litigios basados en derechos sobre políticas climáticas, incluyendo la sentencia reciente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos a favor de un grupo de mujeres suizas.

Estos casos tendrán, sin duda, un efecto dominó más allá de los países directamente afectados.

De hecho, cada día me siento inspirado por el ingenio y la dedicación de los innumerables actores que forman parte del movimiento de derechos humanos en todo el mundo.

Al igual que estoy impresionado por el gran coraje de los defensores de los derechos humanos.

En los derechos humanos tenemos un mensaje de esperanza poderoso.

Y una llamada a la acción; un recordatorio de que cada uno de nosotros y nosotras puede contribuir a hacer realidad un mundo como debería ser: más pacífico, justo y sostenible.

Los Estados han encomendado a mi Oficina que actúe como guardián de los derechos humanos en todo el mundo.

Un mandato que implica una labor minuciosa de vigilancia, investigación y presentación de informes en materia de derechos humanos, a menudo en condiciones muy difíciles.

No eludimos la denuncia pública de las violaciones de derechos humanos cuando es necesario.

Pero también actuamos como puente, dentro de las sociedades y entre los Estados, para apoyar el diálogo necesario para abordar cuestiones complicadas, polémicas y emergentes a través de un enfoque basado en los derechos.

En todas nuestras iniciativas contamos con el apoyo de gobiernos de todo el mundo.

Los derechos no son un empeño competitivo.

Ningún país tiene un historial perfecto.

Todos podemos aprender de los demás.

Y todos los Estados se benefician de la autorreflexión, así como de la voluntad de mirar hacia delante.

Con ese espíritu, espero que este año de celebraciones sea un momento para construir el futuro y para recordar con orgullo los logros constitucionales de este país.

Acojo con satisfacción la colaboración continua de San Marino con los mecanismos internacionales de derechos humanos, y reconocemos el reto especial en recursos que esto supone para los Estados más pequeños.

Espero que el próximo examen periódico universal sea una excelente oportunidad para identificar áreas de acción prioritaria.

Y espero que este aniversario también impulse el compromiso de todo San Marino con los derechos humanos.

A tenor de las promesas realizadas en Derechos Humanos 75.

Especialmente en relación con los jóvenes, cuyas percepciones son cruciales para navegar por nuestros numerosos dilemas y disyuntivas actuales.

Y que necesitan ver que los sistemas políticos responden realmente a sus preocupaciones y aspiraciones.

Amigos y amigas,

Soy optimista y creo que podremos superar con creces los retos que nos aguardan.

Si nos mantenemos fieles a nuestros valores universales en materia de derechos humanos.

Y si mantenemos abiertos los espacios para el diálogo.

Este mensaje constituye el elemento esencial de mi declaración de visión, Human Rights as the Path for Solutions [Derechos humanos como camino para encontrar soluciones], publicada a principios de este año, que se basa en las conversaciones enriquecedoras que se mantuvieron durante nuestra iniciativa Derechos Humanos 75.

Espero que las señales que establece enriquezcan los debates de cara al Pacto para el Futuro, una oportunidad única que se presenta en cada generación para remodelar la gobernanza mundial en función de las necesidades del mañana y que los Estados Miembros de las Naciones Unidas adoptarán en septiembre en Nueva York.

Todos los Estados tienen un papel que desempeñar a la hora de fomentar el diálogo y la acción en materia de derechos a escala mundial, al servicio de la dignidad y la libertad de todos y de la búsqueda de soluciones a los retos comunes.

De hecho, la experiencia siempre me ha enseñado que los Estados más pequeños, como San Marino, son de los que más contribuyen de forma incondicional al multilateralismo, entendiendo como ustedes que todos formamos parte de una comunidad global.

Necesitamos más voces en la mesa. Y necesitamos alianzas nuevas y más creativas.

Espero que San Marino forme parte de ese viaje colectivo.

Gracias.

VER ESTA PÁGINA EN: