Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Türk exige poner fin a los conflictos y el sufrimiento sinsentido
09 diciembre 2024
Pronunciado por
Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En
Conferencia de prensa previa al Día de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre
Siempre es positivo ver al Cuerpo de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Tengo entendido que este año se celebra el 75º aniversario de la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas en Ginebra. Les felicito cordialmente por su labor informativa constante sobre los derechos humanos y las cuestiones humanitarias. Más que nunca, nosotros y el mundo necesitamos un periodismo de calidad.
Sin duda comprendo que los acontecimientos extraordinarios de Siria están muy presentes en sus mentes, y voy a hablar de ello en breve.
Pero permítanme empezar por el Día de los Derechos Humanos que celebramos mañana, en un momento en que los derechos humanos no solo se violan, sino que también se instrumentalizan cada vez más. Al hacer balance del año, me gustaría destacar tres cuestiones principales que siguen teniendo grandes ramificaciones para los derechos humanos en todo el mundo.
En primer lugar, la proliferación de los conflictos armados, la erosión del respeto del derecho internacional durante las hostilidades y la indiferencia aparente de los actores poderosos ante el gran número de víctimas y el sufrimiento.
En segundo lugar, la difuminación de los límites entre la realidad y la ficción. En este año de elecciones vitales, hemos asistido a un aumento de la política de distracción e incluso de manipulación psicológica, y a la proliferación peligrosa de la desinformación.
Y en tercer lugar, la prioridad atribuida a la guerra y la desinformación como distracción de algunos de los mayores retos para nuestra seguridad a largo plazo: la triple crisis planetaria del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, así como las enormes desigualdades en el mundo.
El desprecio por el derecho internacional y la indiferencia aparente por las vidas y las infraestructuras civiles se han puesto claramente de manifiesto en el conflicto de Israel, el Territorio Palestino Ocupado y Líbano, así como en Ucrania, Sudán y Myanmar, por citar algunos ejemplos muy duros. Mi Oficina ha seguido informando al mundo, con todo detalle, del sufrimiento humano provocado por los conflictos.
Ayer, en Siria, vimos la caída del poder de un régimen tras décadas de represión brutal y tras casi 14 años de conflictos incesantes. Cientos de miles de vidas se han perdido durante este tiempo, más de 100.000 personas han desaparecido y unos 14 millones han sido expulsadas de sus hogares, a menudo en las circunstancias más atroces. He conocido a muchas de ellas a lo largo de los años, he sido testigo de su desesperación y su trauma al dar testimonio de las violaciones más graves de los derechos humanos cometidas contra ellas, como la tortura y el uso de armas químicas.
Ayer, la ciudadanía siria salió a la calle con mucha esperanza y mucha ansiedad por el futuro. Esperanza de que esta sea una oportunidad para que el país construya un futuro basado en los derechos humanos, la libertad y la justicia. Y ansiedad porque existe mucha incertidumbre.
Cualquier transición política debe asegurar la rendición de cuentas de quienes cometen violaciones graves, al igual que la de los responsables. Es imperativo que todas las pruebas se recopilen y se conserven con meticulosidad para su uso futuro. La reforma de la estructura de seguridad será fundamental. Esta transición también debe garantizar que se aborda la tragedia de los desaparecidos.
Según se informa, las hostilidades continúan en algunas partes de Siria, como el noreste. Es realmente importante, imperativo, de hecho, que todas las partes cumplan sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.
Deben tomarse todas las medidas necesarias para garantizar la protección de todas las minorías y evitar represalias y actos de venganza.
La única forma de avanzar es contar con un proceso político nacional que ponga fin a la letanía de sufrimiento, haga realidad las aspiraciones de todos los sirios y garantice la verdad, la justicia, la reparación, la curación y la reconciliación. Es esencial que los derechos humanos de toda la ciudadanía siria se encuentren en el centro de dicho proceso, mediante una participación significativa e inclusiva, que incluya especialmente a las mujeres y los jóvenes. Deben restaurarse la soberanía, la independencia unitaria y la integridad territorial de Siria. Mi Oficina está dispuesta a apoyar el proceso de transición.
Este año se ha caracterizado por el número terrible de personas muertas y gravemente heridas en el conflicto, dentro y fuera del campo de batalla.
El pasado fin de semana, al menos 184 personas murieron en actos de violencia orquestados por el líder de una poderosa banda en Puerto Príncipe, capital de Haití, en la zona de Cité Soleil. Estos últimos asesinatos elevan el número de víctimas en Haití de solo este año a la cifra impactante de 5.000 personas.
Tenemos que detener el flujo de armas hacia Haití, Sudán y Myanmar; advertir a los proveedores de armas, incluido Israel y los actores armados no estatales en Líbano, Siria y el Territorio Palestino Ocupado, de que el derecho internacional exige a los Estados que velen por que su suministro de armas no se emplee para cometer violaciones. Tenemos que insistir en que no está bien, ni es legal, utilizar minas antipersona en Ucrania, ni proporcionarlas para usarlas allí, ni tampoco es positivo flexibilizar el umbral para el uso de armas nucleares.
Por el contrario, los Estados deberían hacer todo lo posible por dificultar, y no facilitar, el uso de armas tan terribles. Insto a todos los Estados a que se abstengan de tomar medidas que puedan avivar el conflicto y provocar una nueva escalada.
El coste de la guerra es demasiado alto. La pérdida de vidas humanas es incalculable.
Los Estados deben hacer todo lo que esté en sus manos para insistir en que se ponga fin a estos conflictos y sufrimiento sin sentido.
El mundo debe apartarse de la espiral de muerte a la que se dirigen las estrategias militarizadas sobre la seguridad, y volver a encontrar una vía para dirigirse hacia la mediación, el diálogo, la negociación y la generación de confianza.
Hemos de mostrar solidaridad, e insistir en la protección de los derechos humanos de todas las personas sirias pertenecientes a todos los grupos étnicos y religiosos, de las personas ucranias y rusas víctimas de la represión, de las personas palestinas e israelíes, de las personas del Sudán, de las diferentes poblaciones que viven en Myanmar, de las personas de toda procedencia.
Es hora de revitalizar el activismo, de superar las divisiones y de forjar alianzas para poder consolidar la paz.
La expansión viral de la desinformación en las plataformas de redes sociales y en algunos medios de comunicación tradicionales, incluyendo campañas de desinformación auspiciadas y financiadas por el Estado, está sembrando divisiones y el odio, y desacreditando a los defensores y defensoras de derechos humanos, a los periodistas independientes y a las instituciones internacionales.
Las personas que ocupan posiciones de liderazgo deben cesar el proceso de señalar la "otredad", el cual deshumaniza a comunidades enteras, alimenta el odio y la violencia, además de fomentar ideologías tóxicas y el racismo, incluyendo el supremacismo blanco.
Ha habido una proliferación preocupante este año de políticos quienes usan a las minorías como cabezas de turco, culpándolas de haber privado a las personas de sus derechos económicos, sociales y culturales, invocando los llamados "valores familiares o culturales". Esto en realidad equivale a derechos y valores contrarios a los derechos humanos.
Y desgraciadamente, en mi ámbito de trabajo, también veo una tendencia sólida a matar al mensajero: en lugar de fijarse en la gravedad del mensaje y entablar un debate relevante sobre cuestiones complejas.
No podemos perder los profundos valores y principios que sostienen los derechos humanos.
Hemos de volver a los fundamentos básicos.
Los derechos humanos no son simplemente ideas o ideologías abstractas. Representan quiénes somos, y la forma en cómo vivimos. Se basan en hechos, en la ley y en la compasión. Personifican nuestras necesidades y nuestras esperanzas.
Un hogar seguro. Alimentos y agua potable. Asistencia sanitaria. Educación. Empleo decente y un salario mínimo aceptable. Vivir en paz. Tener la libertad de expresar tu opinión. Los derechos humanos no pertenecen a partido político alguno, o a ninguna región del mundo.
Nos pertenecen a todos nosotros y nosotras.
Suponen ideas sencillas y poderosas las cuales motivan a las personas a defenderse por sí mismas, así como a defender a otras personas. Y ante todas las reacciones contrarias, el inmenso sufrimiento humano, así como la manipulación psicológica a los que nos enfrentamos hoy en día, hemos de redoblar nuestra apuesta e insistir en el respeto por los derechos humanos de todas las personas.
Hemos de invertir en los derechos humanos.
Los estados y los líderes políticos, las empresas y los líderes comunitarios, de hecho cada uno de nosotros y nosotras, hemos de respaldar, defender, conservar y afianzar los valores fundamentales de los derechos humanos. Además de apoyar a aquellos y aquellas quienes se sitúan en primera línea ante este enorme desafío: defensores y defensoras de derechos humanos, grupos de la sociedad civil, así como movimientos de base que defienden los derechos humanos.
Debido al puesto que ocupo, me suelo encontrar con grandes dosis de sufrimiento y desesperación, a la vez que también contemplo resquicios de esperanza y determinación. Veo redes dinámicas en apoyo de los derechos humanos por todo el mundo, personas que unen sus fuerzas para combatir la discriminación, para formar alianzas, para contrarrestar la desinformación con hechos y con compasión.
Las personas, jóvenes y no tan jóvenes, se están echando a las calles, dirigiéndose a los legisladores de sus países y a los tribunales para pelear por sus derechos y los de otras personas, para apoyar la acción climática y combatir la discriminación. Las personas están reclamando a sus líderes que trabajen en pro de la igualdad, la justicia y la paz, mediante el uso de sus voces y sus votos, y defendiendo sus libertades, sus instituciones democráticas, así como el futuro del planeta.
Es crucial que los Estados convoquen el liderazgo y energía política necesarios para afrontar la descomunal, continua y cada vez peor catástrofe que supone la triple crisis planetaria. Me preocupa la falta de ambición mostrada en las negociaciones climáticas más recientes, además de los informes que señalan que algunos países están planteándose dar marcha atrás en sus compromisos en cuestión de medidas contra el cambio climático. No podemos continuar por esta vía. Los Estados tienen la obligación legal de prevenir daños previsibles para su población y sus derechos.
Es también esencial que los Estados y los líderes políticos defiendan y respalden las instituciones internacionales. Es intolerable que las propias instituciones se conviertan en el objeto de ataques incesantes por llevar a cabo su trabajo, y que no haya consecuencias por ello.
En Yemen, 50 trabajadores humanitarios y de derechos humanos, incluyendo a ocho de mis propios colegas, llevan detenidos ya, de forma arbitraria y sin que podamos acceder a ellos, durante seis meses. Y seguimos sumando. Esto es inaceptable.
Los Estados deben de asegurarse también que las instituciones internacionales reciben financiación suficiente.
La financiación de los derechos humanos representa menos del cinco por ciento del total del presupuesto ordinario de las Naciones Unidas, y además la crisis de liquidez que ha afectado a toda la Secretaría de las Naciones Unidas ha conllevado consecuencias relevantes para la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Ante el amenazador viento en contra y la enorme incertidumbre que se vislumbra en el horizonte, es vital que aseguremos una financiación adecuada de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Para este Día de los Derechos Humanos, les invito a ustedes y a todos nosotros a forjar y apoyar alianzas en sus propias vidas, ciudades, comunidades, y lugares de trabajo, para erigirse en defensa de los derechos humanos y de la dignidad de todas las personas.
Para más información y solicitudes de los medios de comunicación, póngase en contacto con:
En Ginebra
Ravina Shamdasani - + 41 22 917 9169 / [email protected]
Thameen Al-Kheetan - + 41 22 917 4232 / [email protected]
Liz Throssell - + 41 22 917 9296 / [email protected]
Jeremy Laurence - + 41 22 917 9383 / [email protected]
Seif Magango - +41 22 917 9466 / [email protected]
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