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Personal de la ONU, entre ellos ocho colegas del ACNUDH, detenidos en Yemen

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Sesión Extraordinaria del Consejo de Derechos Humanos sobre el deterioro de la situación de derechos humanos en el Territorio Palestino Ocupado, incluido Jerusalén Oriental

Violencia en Gaza

18 mayo 2018

Declaración del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein

18 de mayo de 2018

Sr. Presidente:

Los atroces acontecimientos ocurridos en Gaza recientemente han llevado a este Consejo a convocar una Sesión Extraordinaria. Desde que comenzaron las protestas, el 30 de marzo pasado, 87 palestinos han muerto a manos de las fuerzas de seguridad israelíes en el contexto de las manifestaciones, entre ellos 12 niños; 29 otros, entre los que figuran tres niños, también  fueron asesinados en diversas circunstancias. Más de 12.000 personas resultaron heridas, entre ellas, más de 3.500 por disparos de armas de fuego. 

El lunes 14 de mayo, se alcanzó el mayor grado de violencia: 43 manifestantes murieron por disparos de las fuerzas israelíes y, lamentablemente, el número sigue aumentando, ya que algunos de los 1.360 manifestantes heridos de bala ese día han muerto luego a causa de sus heridas. A estas personas, muchas de ellas completamente desarmadas, se les disparó por la espalda, el pecho, la cabeza y las extremidades con munición real, así como con balas de metal recubiertas de goma y botes de gases lacrimógenos. Las fuerzas israelíes también mataron a otros 17 palestinos fuera del contexto de los cinco focos de tensión de las manifestaciones. La suma de estas 60 personas representa el mayor número de víctimas mortales en un día en Gaza, desde las hostilidades de 2014. 

Esta no fue una “victoria de relaciones públicas para Hamas”, como afirmó un vocero del ejército israelí; sino una tragedia para miles de familias. El Primer Ministro de Israel, el Sr. Benjamin Netanyahu, declaró que los manifestantes estaban “pagados por Hamas” y que las fuerzas de seguridad israelíes “trataron de reducir al mínimo el número de bajas”. Pero hay pocos indicios de que se tratara de minimizar las bajas ese lunes. Aunque algunos de los manifestantes arrojaron cócteles molotov, se valieron de hondas para lanzar piedras, volaron cometas inflamadas hacia Israel y trataron de cortar con alicates las vallas que separan a Gaza de Israel, estos elementos aislados no parecen constituir una amenaza inminente a la vida o un peligro de herida mortal que pueda justificar el uso de fuerza letal. 

El marcado contraste en el número de bajas de ambos bandos sugiere a su vez una respuesta completamente desproporcionada: el lunes, en el bando israelí, se informó de un soldado herido levemente de una pedrada. Las muertes resultantes del uso ilegítimo de la fuerza por parte de una potencia ocupante pueden constituir “homicidios deliberados” - una grave violación del Cuarto Convenio de Ginebra-.

Los palestinos tienen exactamente los mismos derechos humanos que los israelíes. Tienen el mismo derecho a vivir en sus hogares de forma segura, en libertad, con acceso a servicios y oportunidades adecuados y fundamentales. Pero están sistemáticamente privados de este núcleo esencial de prerrogativas que ha de ejercer cada ser humano.

Cada una de los 1,9 millones de personas que viven en Gaza ha sido cercada de vallas y ha padecido cada vez más pobreza y restricciones. Tras 11 años de bloqueo por parte de Israel, los palestinos cuentan con muy poca expectativas de empleo y una infraestructura en deterioro, con una crisis de suministro eléctrico, servicios sanitarios inadecuados y un sistema de alcantarillado que constituye una amenaza para la salud. Estas personas se ven obligadas a solicitar permisos de salida a Israel por cualquier razón, incluso para recibir cuidados médicos especiales, y muchas de esas autorizaciones son denegadas o retrasadas - entre ellas las solicitadas por la mayoría de los manifestantes contra los que dispararon las fuerzas de seguridad israelíes esta semana.

Israel, en calidad de potencia ocupante en virtud del derecho internacional, está obligado a proteger a la población de Gaza y asegurar su bienestar. Pero los gazatíes se encuentran, básicamente, atrapados en un tugurio infecto desde que nacen hasta que mueren, privados de dignidad, deshumanizados por las autoridades israelíes hasta el punto de que a los oficiales les parece que estos seres humanos -hombres y mujeres- no tienen ningún derecho, ni razón alguna para protestar.

Sr. Presidente:

Los terribles sucesos de la semana pasada no han aumentado la seguridad de nadie. 

La situación de derechos humanos en el territorio palestino ocupado sigue empeorando. Se siguen construyendo asentamientos y la violencia por parte de los colonos ha aumentado de nuevo este año. Continúan las demoliciones de propiedades privadas, entre ellas las demoliciones punitivas, que representan una forma deplorable de castigo colectivo.  La pequeña comunidad beduina de Khan al Ahmar, situada al este de Jerusalén, se encuentra en grave riesgo de traslado forzoso. Esta semana, los pueblos de Beita y Nabi Saleh fueron sometidos a cierres y restricciones de movimiento, tras los enfrentamientos ocurridos con las fuerzas israelíes. Israel continúa deteniendo a un gran número de palestinos, entre ellos niños, a pesar de que en virtud del derecho internacional la detención de niños ha de ser una medida de último recurso. Es asimismo deplorable el uso generalizado y poco escrupuloso de las detenciones sin juicio - denominadas “detenciones administrativas” - y las vulneraciones de las garantías fundamentales a un juicio imparcial. El déficit de responsabilidad por supuestos asesinatos extrajudiciales y demás vulneraciones, sobre los que ya han informado el Secretario General y mi Oficina1, socavan la confianza en la justicia israelí.

Por consiguiente me adhiero a los llamamientos realizados por muchos Estados y observadores para que se realice una investigación internacional independiente e imparcial, - con la esperanza de que la determinación de la verdad en la materia conduzca a la justicia.

Los responsables de estas vulneraciones deben rendir cuentas. En este contexto, como en todos los conflictos donde la impunidad está generalizada, a menos de acabar con un acuerdo de paz, la violencia excesiva - terrible y criminal a partes iguales - fluye fácilmente a punta de pistola; se vuelve habitual y quizás destruye al ocupado, pero también destruye algo fundamental en el ocupante. ¿En qué se convierte uno cuando dispara contra una persona desarmada, que no representa una amenaza directa? Ni en un héroe, ni en un valiente, sino en alguien muy diferente de todo eso.

Además, están presentes el miedo y el odio - temibles hermanos gemelos, prolíficos en la producción de violencia y sufrimiento humano, que se transforma ahora en psicosis, en ambos partes, fortalecida y más corrosiva. ¿Con qué fin? ¿Para destruirnos a todos?
La ocupación ha de llegar a su fin, para que el pueblo de Palestina pueda ser liberado y el pueblo de Israel pueda librarse de ella. Si se pone fin a la ocupación, la violencia y la inseguridad desaparecerán en gran medida.

Insto a Israel a que actúe de conformidad con sus obligaciones internacionales. Se han de respetar y proteger los derechos a la vida, a la seguridad personal y a la libertad de expresión y reunión de los palestinos. Se ha de respetar y proteger el derecho a la salud de cada persona, independientemente del contexto en el que pueda haber resultado herida. Las normas para entablar combate de las fuerzas de seguridad israelíes deben de ajustarse a las obligaciones internacionales de Israel, y exhorto a este país a que las publique. Los niños nunca deben ser blancos de la violencia y no deben ponerse en riesgo de violencia ni ser alentados a participar en ella. Recuerdo otra vez a todos los interesados que la fuerza letal sólo ha de usarse en casos de necesidad extrema, como último recurso, en respuesta a una amenaza de muerte inminente o a un riesgo de lesiones graves.

Gracias Sr. Presidente.


 

Nota:
1. A/71/355, par. 43; A/71/364, par. 8-9; y A/HRC/31/40