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Día de los Derechos Humanos

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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Ceremonia de clausura del 8º Congreso Mundial contra la Pena de Muerte

18 noviembre 2022

Pronunciado por

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Lugar

Mensaje en vídeo/Berlín

Distinguidos participantes,

En los últimos años, hemos visto cómo un número creciente de Estados de todo el mundo se han unido a la tendencia favorable a la abolición de la pena de muerte.

Hemos honrado estos gestos de los Estados como actos de su propia soberanía y del compromiso de proteger la vida y la dignidad humana.

Hemos observado movimientos para reanudar el uso de la pena de muerte en algunos países y su resurgimiento en otros.

Y en el caso de las personas que se enfrentan a esta pena: a menudo permanecen invisibles

Me gustaría extender mi apoyo y reconocimiento a ustedes —y al conjunto de la sociedad civil— por su compromiso férreo con la defensa de su derecho a la vida y a la dignidad.

Por ser los impulsores del movimiento abolicionista internacional.

Por apoyar la inviolabilidad de la vida y su dignidad inherente.

Por mantener viva esta cuestión en la agenda pública y seguir concienciando sobre la realidad de este castigo inhumano.

Son tiempos difíciles y con nuevos desafíos.

Con algunos gobiernos que instrumentalizan la pena de muerte para intimidar y reprimir a la oposición.

En medio de un entorno en línea que alimenta la difusión de información errónea, la desinformación y las posiciones radicales que demonizan a otras personas como responsables de los males de la sociedad.

Esto significa que nosotros y nosotras, todos y todas, tenemos que perseverar con creatividad y compromiso para hacer avanzar esta agenda importante.

En primer lugar, promoviendo esta causa con el fin de ampliar su base de apoyo.

Como por ejemplo consiguiendo nuevos aliados como la comunidad empresarial y figuras del deporte, tal como ustedes han hecho.

Y con los jóvenes de todas las regiones, para aprovechar su energía, espíritu innovador e inteligencia.
Para garantizar que el movimiento abolicionista pueda mantenerse en el tiempo.

Contactando con los líderes culturales y religiosos locales, especialmente en los Estados retencionistas. Para resaltar la discrepancia de la pena de muerte con los principios fundamentales de todas las culturas y conjuntos de creencias.

La protección de los y las jóvenes líderes, los agentes de la sociedad civil, los abogados y abogadas defensores y los y las periodistas, así como su espacio de trabajo, es fundamental.

En segundo lugar, convenciendo a los corazones y las mentes.

Arrojando luz sobre las historias humanas de las personas afectadas por la pena de muerte —como los niños y niñas y otros miembros de la familia—, así como su impacto de género.

Destacando su uso discriminatorio contra las personas pobres y las más marginadas, que suelen ser las que menos pueden defenderse por sí solas.

Aprovechando los indicios crecientes de que la prevención de la delincuencia es demasiado compleja para encajar en un solo titular; en resumen, que la pena de muerte no funciona como se suele afirmar.

La inversión en nuestros sistemas sociales y de justicia, incluyendo la rehabilitación, orientados por los derechos humanos, forma parte del rompecabezas de la prevención de la delincuencia y el fortalecimiento de las sociedades.

En tercer lugar, aprovechemos los recientes logros (como en la República Centroafricana, Chad, Guinea Ecuatorial, Malasia, Sierra Leona, Papua Nueva Guinea y Zambia)

Para demostrar que se puede hacer.

Comprendamos mejor los elementos que condujeron al éxito en esos países, para poder llegar a todas las regiones, consolidar las redes y hacer avanzar los debates nacionales hacia la abolición.

Y animar a los Estados abolicionistas de facto —la parte media crucial— a avanzar y unirse al movimiento abolicionista.[1]

Treinta Estados con moratoria actual de las ejecuciones pueden ser un catalizador: esto tendría un efecto transformador en los restantes Estados que titubean en estas cuestiones.

En cuarto lugar, manteniendo un compromiso respetuoso, de principios y sostenido con los Estados retencionistas.

Desmontando el mito, con pruebas contundentes, de cualquier efecto disuasorio sobre la delincuencia.

Incentivando a los Estados para que publiquen los datos y sean transparentes en cuanto al diseño de las encuestas de opinión pública. Todo esto con el fin de recabar opiniones precisas de la sociedad.

Y, a la espera de la abolición, insistiendo en el pleno cumplimiento de las obligaciones internacionales de proceso justo y garantías procesales.

Distinguidos participantes, 

Trabajaré con empeño durante todo mi mandato para promover la abolición de la pena de muerte y apoyar este movimiento importante.

En vísperas del 75º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tenemos la oportunidad de hacer un reajuste.

En sus esfuerzos, les invito —a todos nosotros y nosotras— a volver a ese texto inicial que todos compartimos.

A su espíritu de justicia, dignidad y libertad.

Procuremos convertir la pena de muerte en una reliquia del pasado.


[1]  mediante la adopción de moratorias formales y la abolición total de la pena de muerte en la legislación (incluida la ratificación del Segundo Protocolo Facultativo del ICCPR), mediante compromisos en el contexto del EPU y de los exámenes de los órganos creados en virtud de tratados, con ocasión del Día Mundial contra la Pena de Muerte (10 de octubre) y del Día Internacional de los Derechos Humanos (10 de diciembre), y en la serie de sesiones de alto nivel del periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos en marzo.