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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
03 mayo 2023
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
Debate Abierto de Alto Nivel sobre «Garantizando la confianza futura para Consolidar la Paz»
Reunión informativa por Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Sr. Presidente,
Excelencias,
Distinguidos y distinguidas miembros del Consejo,
Agradezco a Suiza por organizar este importante debate. Me dirijo a ustedes desde Nairobi, donde asisto a a la Junta de los Jefes Ejecutivos, tras realizar una visita a Addis y celebrar varios debates allí con la Unión Africana.
La historia nos sirve para darnos un aviso, pero también nos señala el camino hacia adelante.
La Carta de las Naciones Unidas tenía el objetivo de «preparar para el futuro» al mundo frente a la posibilidad de repetir guerras devastadoras, una recesión global y los imperialismos que las precedieron.
Poco tiempo después, los Estados aprobaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, la cual es el fundamento de la Carta, y que reconoce que «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.»
El pleno respeto por los derechos humanos es el mejor antídoto contra las desigualdades, las demandas no atendidas y la exclusión, las cuales suelen suponer las causas originarias de la inestabilidad y el conflicto. Una observancia inquebrantable de los derechos humanos y medidas contundentes en materia de derechos humanos, todo ello basado en normas de eficacia comprobada, nos protegen ante el caos y el conflicto, nos ayudan a promocionar el desarrollo y a generar confianza.
La confianza es la esencia de las relaciones pacíficas entre los seres humanos. Se nutre del respeto mutuo y de la fiabilidad; de la verdad; de la justicia; y de un trato justo y equitativo.
La confianza es la base misma también del contrato social entre las personas y las instituciones de un Estado. Las personas confían en las autoridades cuando pueden depender de ellas para hacer realidad sus libertades económicas, sociales, civiles, políticas y culturales, su derecho al desarrollo y para que les garanticen justicia. La confianza es sin duda alguna el pilar principal para la prevención de conflictos y para la consolidación de la paz.
Es la defensa integral de todos los derechos humanos lo que genera confianza. He comprobado esto mismo una y otra vez cuando hablo con víctimas, defensores y defensoras de derechos humanos y con refugiados y refugiadas. Son sus voces las que los derechos humanos amplifican e introducen en el debate.
No nos sorprende por lo tanto que los derechos humanos sean pieza fundamental de todas las etapas del proceso de paz.
En primer lugar, tal como ha reconocido este Consejo en la Resolución 2171, la observancia de los derechos humanos permite una alerta temprana, y también señala las medidas preventivas que es necesario aplicar.
Unos indicadores claros son cruciales para poder detectar los motivos de conflicto y poder hacerles frente. Mi Oficina está reforzando su trabajo sobre indicadores y datos de derechos humanos en relación con la paz y la seguridad, desarrollando indicadores sólidos sobre asesinatos y violencia ejercidos contra defensores y defensoras de derechos humanos; la sociedad civil y los medios de comunicación; así como sobre las muertes relacionadas con conflictos. Esta labor también se aprovecha del acceso y análisis de información de dominio público, por ejemplo, para vigilar cierres de Internet y otras cuestiones relevantes para activar una alerta temprana.
Permítanme que tome el ejemplo de la crisis en Haití, donde las señales de alerta temprana apuntaron de forma sistemática a las repercusiones profundamente destructivas de las desigualdades, la corrupción y la exclusión tanto para la confianza como para la estabilidad. Este Consejo tomó medidas el año pasado con respecto a Haití, imponiendo un embargo de armas y sanciones específicas, entre otras respuestas. Pero ahora es necesario adoptar más medidas de forma urgente.
En febrero visité el país. Comprobé que ahora se acerca a un precipicio. La falta de capacidad del Estado para garantizar los derechos humanos ha erosionado completamente la confianza de su pueblo. El contrato social ha dejado de existir. El estado de anarquía actual representa una emergencia de derechos humanos que demanda una respuesta firme.
Tenemos una necesidad urgente de apoyar a las instituciones de Haití mediante el despliegue de una fuerza de apoyo especializada, por un período de tiempo específico y que respete los derechos humanos, y que además ponga en práctica un plan de acción integral. El reto que nos queda a largo plazo es crear instituciones sólidas con obligaciones en materia de derechos humanos.
En segundo lugar, cuando se ha desatado un conflicto, la perspectiva de derechos humanos pone el foco de atención en las consecuencias para las personas.
La vigilancia de los derechos humanos basada en información y análisis fiables y objetivos también contribuye a establecer los hechos. Sirve para contrarrestar la desinformación y las narrativas que fomentan la hostilidad y el miedo. El valor que tiene la vigilancia y la información en materia de derechos humanos durante períodos de conflicto y posteriores a conflictos es ampliamente apreciado por este Consejo, y el cual se ha manifestado en los 11 componentes de derechos humanos en operaciones de paz que ustedes han encomendado.
El último país en sucumbir a un conflicto en toda regla es Sudán. Las consecuencias para los derechos humanos de los combates actuales han sido catastróficas. Se trata de una tragedia. El lunes, un ataque aéreo por parte del ejército del Sudán alcanzó aparentemente los alrededores de un hospital en la zona del Nilo Oriental de Jartum. Las RSF se han apoderado de numerosos edificios residenciales en Jartum para usarlos como bases de operaciones, lo que les permite lanzar ataques desde zonas urbanas densamente pobladas. Los civiles siguen siendo expuestos a un gran riesgo y se les impide acceder a suministros y ayuda fundamentales. En resumen, ambas partes del conflicto han pisoteado los principios de distinción, proporcionalidad y precaución, lo que condeno enérgicamente.
Ha desaparecido la confianza. El futuro del Sudán depende de generar confianza entre la población sudanesa y las instituciones que supuestamente están a su servicio. Los derechos humanos, el fin de la impunidad, y la participación por parte de la población (en especial de las mujeres y los y las jóvenes) deben ser los principales impulsores para sacar al país de la crisis actual, para que de ese modo el Sudán pueda acabar por estabilizarse.
No nos olvidemos que en 2019 el pueblo del Sudán se levantó para exigir sus derechos humanos y derrocar la dictadura, todo lo cual volvió a derrumbarse con el golpe militar de octubre de 2021. Incluso en ese momento, las esperanzas de la población no se vinieron abajo. Cuando visité el Sudán en noviembre del año pasado, me conmovió la valentía con la que trabajaban, una vez más, para asegurar una transición hacia una gobernanza civil. No había dudas sobre si los derechos humanos eran un concepto ajeno al país o elitista: la universalidad y el poder del llamamiento a conseguir la libertad, igualdad y justicia era palpable. Esto hace que la situación actual sea todavía más trágica.
En tercer lugar, toda la gama de normas de derechos humanos son igualmente esenciales para acabar con el conflicto y crear una paz sostenible.
De forma concreta, los principios de derechos humanos de responsabilidad, no discriminación y participación son vitales para generar y mantener la confianza entre la población y el Estado, en pocas palabras, para consolidar la paz.
El principio de responsabilidad atiende a las demandas, tanto a través de la justicia como combatiendo la impunidad, además de promocionando una gobernanza responsable y receptiva, la cual sirva para satisfacer las necesidades reales de las personas.
La igualdad y la no discriminación atajan las desigualdades persistentes, asegurando que nadie se quede atrás. Este Consejo ha sido testigo de cómo atender la discriminación contra las minorías y los desfavorecidos puede ayudar a remediar los problemas y a construir sociedades más resilientes.
La participación en un espacio cívico abierto, sobre todo por parte de mujeres y niñas, por grupos minoritarios y por jóvenes, contribuye a generar una confianza más profunda y amplia en las instituciones.
El Consejo ha escuchado ya numerosos testimonios poderosos acerca de las contribuciones que las mujeres aportan para acabar con la violencia y consolidar la paz. Sus opiniones diversas, cuando se plantean sin temores, aportan importantes perspectivas a un proceso de paz, sobre cuestiones clave como la recuperación económica, la seguridad y los recursos, cuestiones que van mucho más allá de la atención que las partes prestan a maximizar su cuota de poder. Las mujeres deben participar asimismo en la aplicación de los acuerdos de paz.
Permítanme destacar de forma particular, hoy que celebramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la importancia de la libertad de prensa y la protección de los y las periodistas para nutrir una gobernanza responsable. A grandes rasgos, cualquier restricción al espacio cívico agrava la exclusión, obstaculizando los esfuerzos para consolidar una paz sostenible, y sembrando las semillas una vez más de la inestabilidad y el desorden.
A modo de ejemplo, en Colombia, la participación y otros principios fundamentales de derechos humanos han resultado ser cruciales para generar la confianza.
Los diálogos de paz del proceso que se celebró en la Habana incluyeron elementos destacados de diálogo e inclusión. Estos elementos aseguraron que los acuerdos de 2016 no se convirtieran en simples condiciones para una cesación del fuego entre actores armados sino en un plan integral para construir una paz duradera. En enero de este año, pude observar los esfuerzos continuos para hacer realidad este plan, que incluyeron el hacer frente a cuestiones estructurales arraigadas acerca de la reforma de las tierras, la discriminación, y la desigualdad, con el fin de posibilitar los avances sociales y económicos.
Los países que han sufrido un conflicto u opresión tienen un déficit de confianza enorme que se deriva de las violaciones a menudo atroces que se han cometido. Esta fractura tan dañina ha de ser reparada, mediante un proceso que tiende a ser a menudo largo y complicado. La justicia de transición tiene el objeto de aumentar la confianza mutua entre las personas, así como como las instituciones del Estado.
En Colombia, como en cualquier otro lugar, los derechos humanos y la justicia se convertirán en las mejores guías en el largo camino hacia la reconciliación y la paz sostenible.
Sr. Presidente,
Al tiempo que las Naciones Unidas se prepara para la Cumbre del Futuro, y la cual incluirá una nueva Agenda para la Paz, yo confío en que este Consejo, y todos sus Estados Miembros, hagan un uso eficaz del potencial para generar confianza que tienen los derechos humanos para abordar problemas que afectan a la paz y seguridad.
Gracias.