Personal de la ONU, entre ellos ocho colegas del ACNUDH, detenidos en Yemen
El ACNUDH pide su liberación inmediata.
07 junio 2019
Los últimos recuerdos que HanByeol Lee conserva de Corea del Norte son las imágenes de una niña de dos años que había perdido a sus padres y vagaba llorando por las calles. La joven activista tenía apenas 17 años cuando huyó del país hacia Corea del Sur (República de Corea o ROK, por sus siglas en inglés), tras haber sobrevivido a la severa hambruna del decenio de 1990 y haber presenciado la muerte de su padre, víctima de la inanición.
En la actualidad, HanByeol Lee dirige una organización que realiza campañas en pro del respeto de los derechos humanos en Corea del Norte (República Popular Democrática de Corea o RPDC) y reside en Seúl, capital de Corea del Sur.
La semana pasada, la joven activista ofreció una rueda de prensa con motivo de la presentación de un informe del ACNUDH sobre corrupción y represión en la RPDC.
Esta es su historia.
Mi vida en la RPDC
Mi niñez en la RPDC fue una experiencia aterradora. Era como si una película de horror estuviera desarrollándose en la vida real. Muchísimas personas morían de hambre y a causa de enfermedades contagiosas como el cólera y la fiebre tifoidea.
Mi padre falleció porque no teníamos comida suficiente.
Al igual que muchos otros niños, yo no pude ir a la escuela. En vez de estudiar, tuve que trabajar en el jangmadang (mercado negro).
Hubo una semana en la que mi familia no tuvo nada que llevarse a la boca. A los 12 años, cosía ropa y horneaba pan con mi madre y luego tratábamos de vender esos productos en el mercado. Pero en una redada policial nos confiscaron todo el dinero.
Era muy difícil conseguir comida y ganarse la vida. Las autoridades ejecutaban a quienes robaban maíz en los sembrados o arroz en casa de sus vecinos.
Cuando hui de allí, estaba enferma y a punto de morir.
La decisión de escapar
Mi madre arriesgó la vida para escapar, a fin de poder alimentar a la familia. Cruzó el río Tumen para solicitar ayuda a algunos parientes nuestros que vivían en China.
En cuanto mi familia empezó a recibir un poco de dinero, las autoridades comenzaron a vigilarnos.
Un día, una persona vinculada al gobierno nos dijo que a mi madre la iban a acusar con pruebas falsas para aplicarle la pena de muerte, y que debíamos escapar. Y así lo hicimos.
Mi hermano todavía está desaparecido
Mi hermano mayor siempre fue una persona buena y decente, y amaba a su familia más que nadie. Pero, cuando la situación de su familia empeoró y no lograba subsistir, trató de visitarnos en China, para que lo ayudáramos. El día que intentó escapar, en 2009, fue detenido y devuelto por la fuerza a la RPDC. Lo obligaron a divorciarse de su esposa y desde entonces está recluido en el campo para presos políticos de Kyongsong, en la RPDC. Este año se cumple una década de que mi hermano fue arrestado, pero al día de hoy no sé si está vivo o ha muerto ya.
Graves problemas en materia de derechos humanos
El problema más grave es que hay personas en los centros de reclusión que sufren brutales violaciones de derechos humanos. Esos reclusos están muriendo a causa de las torturas, el hambre y los trabajos forzados.
En segundo lugar, la sociedad norcoreana tiene problemas estructurales que obligan a que la gente, para sobrevivir, cometa actos ilícitos, ya que no tienen otra opción que recurrir al mercado negro para subsistir.
El más elemental de los derechos, el derecho a la vida, no está garantizado y el salario mensual de un obrero no le alcanza para comer arroz una vez al día, razón por la que numerosas personas padecen hambre. Los coreanos del norte trabajan para el Estado en régimen de explotación y el salario que perciben no guarda relación con la labor que realizan.
El último recurso que les queda a esas personas es huir de la RPDC.
En tercer lugar, la libertad de movimiento no está garantizada. Para desplazarse dentro del país hay que solicitar permiso al Estado y los residentes de la RPDC no disponen de pasaportes ni pueden viajar libremente al extranjero.
En cuarto lugar, los derechos de la infancia no están garantizados. En la escuela, a los alumnos se les enseña a disparar armas de fuego y tienen que realizar trabajos agrícolas y otras labores.
También se necesitan mejoras para proteger más y educar mejor en los orfanatos a los niños que no tienen ni padres ni hogar.
Por último, cabe señalar que allí se persigue y encarcela a quienes tienen creencias religiosas. Entre los reclusos internados en las prisiones y los campos de detención de la RPDC hay muchos que cumplen condenas de cadena perpetua simplemente por haber estado en contacto con el cristianismo.
Cómo me convertí en defensora de derechos humanos
Tras las violaciones que mi familia y yo habíamos padecido, decidí que debía informar de nuestro dolor a la comunidad internacional y hacer todo lo posible para solucionar estos problemas.
En la actualidad soy directora del Centro para la mejora de los derechos humanos en Corea del Norte, entidad que documenta las violaciones de derechos humanos en la RPDC cometidas contra exiliados prófugos que fueron repatriados por la fuerza e informa a la oficina del ACNUDH en Seúl acerca de estas vulneraciones.
Nuestra organización también rescata a fugitivos norcoreanos que se encuentran en China y que solicitan nuestra ayuda y auxiliamos a mujeres que han huido a ese país y que tienen hijos menores de cinco años.
En la RPDC, un desliz verbal puede hacer que toda una familia sea arrestada en medio de la noche, sin que nadie se entere. En cambio, en Corea del Sur todos podemos de comentar libremente sobre las políticas nacionales. Creo que eso es un síntoma de auténtica libertad. Para decirlo en pocas palabras, la libertad es la capacidad de vivir con autenticidad, sin que una persona pueda oprimir a otra.
Mis sueños
Albergo la esperanza de que en un futuro próximo el pueblo de Corea del Norte llegue a disfrutar de la misma libertad que yo tengo en la República de Corea, que pueda vivir humanamente y que ambos países prosperen unidos como una sola nación.
Anhelo sinceramente que este sueño llegue a ser realidad en el curso de mi vida.
No dejaré de esforzarme por lograr ese objetivo.
Si otras personas se adhieren a este empeño y si la comunidad internacional lucha por ayudar al pueblo de Corea del Norte, ¿no cree usted que esos sueños podrían hacerse realidad?
7 de junio de 2019